por Guillermo Torres López
Para los lectores no les es ajena la afirmación que el derecho laboral está pensado para favorecer a los trabajadores. Esta verdad de perogrullo siempre fue enfrentada por los empresarios, como una muralla a sus utilidades y por lo tanto no ha sido raro el buscar las mil y una maneras de evitar cumplir con la ley del trabajo y por ende no reconocer los derechos de sus empleados.
Si bien la conducta puede ser de poca claridad ética, no es extraño que los jurisperitos reciban jugosas sumas por imaginar las mil y una formas de burlar la ley, actividad que no pretendemos juzgar en esta nota.
Frente a esta disputa, el Estado (va con mayúscula sólo por costumbre) como expresión supuesta de las mayorías tratará de proteger a los trabajadores frente a las empresas, entendiendo la debilidad del sector laboral.
De seguro que en el país, con instituciones que agrupan a los asalariados, de tanta fama y trayectoria como la Central Obrera y todas sus departamentales, lo referido anteriormente suena a conocido, y por lo tanto aburrido.
Usted empezó a leer esta nota por saber como burlar las leyes del trabajo, o tal vez para poder, luego de la lectura, rasgar sus vestiduras sobre lo dicho y hecho.
Así que al grano: Una de las maneras de burlar la ley del trabajo es disfrazar la relación de trabajo, ocultarla, negarla, maquillarla, mostrarla de otra manera, en fin, disimularla ante el posible juez que conozca el reclamo.
Cuando la bombilla, foco o ampolleta de luz se prendió en el seso de uno de los avispados abogados de esta nación, apareció el consultor, como respuesta a todos los males que para la empresa son las leyes del trabajo.
Fue una de las primeras maneras perdurable en el tiempo que ha buscado burlar la ley del trabajo, tratando de esconder la relación laboral, para evitar el pago de los beneficios sociales, que cuando uno es trabajador, parecen tan pequeños y que cuando uno es empresario se ven tan desmedidas.
Pero la astucia abogadil no impidió que los Magistrados de la Corte Suprema, por lo visto más avispados y sobre todo anoticiados del fraude, llegado el caso, se rieran en la noticia que un auditor, un ingeniero, un abogado, un dentista o lo que sea, luego de años de falso consultor, no pudiese reclamar esos beneficios sociales, que mostrábamos hace poco, dándoles la razón a los que alegaban haber sido trabajadores con todas las de la ley, pese a los contratos de consultoria.
Con más o menos regularidad, los famosos contratos de falsas auditorías eran castrados en sus pretensiones en las salas de la Suprema, con regocijo para los trabajadores y mala cara para los abogados de las empresas que pretendían la burla. Ahora que en algún caso un contrato de real auditoría era defenestrado por la Suprema y el pobre empresario se veía obligado a pagar el error humano con el dinero de su bolsillo, es evidente que sucedió, pero los casos no fueron abundantes.
Salvada esta parte, que nos pone a buen resguardo a fin de evitar que el lector diga que esta nota es una lata pues esto es conocidísimo por todo y más aún por los leguleyescos lectores de estás páginas, pasamos a la segunda parte, la prometida que provocará el rasgado de las vestiduras de muchos.
Ocurre que ahora el que ha tomado esta política de agresión contra los trabajadores, y trata de ocultar todo trabajo regular tras las falsas faldas de la consultoria es el gobierno!!!
Antes de seguir hiriendo susceptibilidades, el parche: No quiero hacer propaganda contra quien dirige el gobierno actual por lo que ruego a los adláteres de tan feliz gestión abstenerse de verme como rival político, y tratar de dar razones de las sinrazones que cuento. Pasado este bache vamos a los hechos.
El estado boliviano, tal vez con un secreto propósito de dignificar oficios, cuando no profesiones, ha determinado que todo aquel que entra a trabajar para el Fisco o Gobierno (nuevamente la mayúscula es sólo por costumbre) ha determinado que el portero, el chofer el mecánico, la vendedora de comida, todos ellos son consultores!!!!
Si lo duda, vea la página de contrataciones, donde se convoca a consultores para tareas de mensajero, a consultor para las tareas de jardinero, a consultor para las tareas de limpieza, a consultor para las tareas de chofer.
El fin evidente de estas mentiras oficiales es evitar tener que incorporar de manera definitiva a las planillas del estado a toda esa gama de personas que hacen el trabajo real, si bien no administrativo, de dar de comer al hambriento servidor público, llevar al dignatario al sitio de reunión, ir de oficina en oficina entregando los papeles de la burocracia, o podar los pastos de los patios ministeriales o las macetas de las secretarías de estado.
El estado, como organización jurídico política requiere de personas que estén de continuo en esa tarea, donde la práctica hace al maestro, sea maestro albañil, jardinero, o simplemente funcionario para todo propósito como los hay tantos.
El problema es que en cada cambio de conductores gubernamentales, se arrasa con los funcionarios de todo tipo, lo que convierte la carrera funcionaria en un mero paseo, de corta duración, por las dependencias del estado.
Pero volvamos al pecado original, ¿Cómo es posible que el gobierno repita las prácticas que debería combatir? ¿Es que algún abogado de empresas, acostumbrado a estas lides es ahora el nuevo consultor de las políticas legales del gobierno? ¿Esta iniquidad deja de ser tal porque la realiza el estado?
Como ven , las clases prácticas que se relatan para burlar la ley del trabajo, están en todas las páginas de internet sobre contrataciones del estado boliviano y en las gacetas respectivas. Interrumpo estas disquisiciones, pues debo llenar el formulario para postularme a ser consultor, en alguna parte, en alguna oficina, llorando porque no tendré seguridad laboral si lo logro, y no me molesta que usted diga «a llorar al río».
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