sábado, marzo 06, 2010

SEPULCROS BLANQUEADOS, O LAS LECCIONES DE UN TERREMOTO

Por Guillermo Torres López

¿Quiénes somos en realidad? es una pregunta que las desgracias ajenas traen a colación, cuando las noticias de saqueos en Haití primero y Chile después nos muestran que la conducta humana nos puede sorprender siempre. Si hacemos caso a los obituarios, a lo menos los muertos fueron personas espléndidas, excelentes y dignas de recuerdo. Si leemos las páginas políticas de los periódicos, somos una punta de ganapanes, ladrones, y todos los epítetos imaginables. En las guerras, perdidas o ganadas, somos casi siempre héroes y los adversarios villanos. En las páginas policiales, vemos aspectos que a veces pensamos han sido dejados atrás por el ser humano, en nuestra pretendida civilización
Volvamos a la idea original, cómo explicar el ataque entre personas igualadas en la desgracia, en un país que pretende ser primer mundista, y que pasa ante la comunidad internacional como educado y de gran madurez. Muchos dirán que el prejuicio habla por mi boca, pues no he manifestado extrañeza que los haitianos se charqueen por comida, bebida y bienes diversos luego de su terremoto. Sin embargo, no por nada Haití está en la última plaza de la tabla de ubicaciones, que -igual que en el fútbol- ranquéa a los países. Además se debe tener en cuenta que tengo ideas preconcebidas sobre este ex refugio de piratas. Pero hoy mi atención va hacia la larga faja de tierra, que entre costa y cordillera ha sido denominada Chile.
En esta nota pretendo especular sin mayor base metodológica lo que mi magín obtiene de las experiencias vistas a través de los reportajes sobre el terremoto. Partiendo en este afán, inicio este tema (o lo continuo, para los más puristas de la lengua) rasgando mis vestiduras ante los desordenes que por terremoto y maremoto se han visto en esa tierras del Biobio.
Si bien la comprensión y el perdón son nuestra herencia cristiana, no es menos cierto que la hiel nos amarga la boca cuando las escenas de saqueo, pillaje, y malalechismo se convirtieron en noticia. ¿Dónde quedó la solidaridad, la educación, los modales, el compañerismo en desgracia, o lo que fuese que nos define como humanos?
Lo visto en Chile es a la vez acusación de que gran parte de lo que se dice de un país es fruto solo de las relaciones públicas , del maquillaje y en definitiva no corresponde a realidad. Decíamos que esta nota es una acusación contra la falsa comunicación y el estereotipo. Esta acusación nos viene a gritar a la cara que nuestra civilización no es tal, que los valores que cacarean los medios son sólo lindas palabras y que al menor embate a esta civilización, lo primero que se pierde es la compostura.
De seguro, que usted lector, en ese afán de contradicción tan atávico de nuestra cultura española-latino-cristiana, de seguro ya estará argumentando en contra. Es verdad que ante el peligro de morir no será una puerta metálica de un supermercado la que nos impida sacar alimentos para nuestros hijos. E incluso sería explicable que al sacarlos en tan digno propósito de supervivencia, echemos mano a alguna cosilla más, sea un televisor plasma, o la reserva de caviar del negocio en cuestión.
Lo que no es dable ni explicable en esa óptica, es el saqueo de los restos de los caídos en el terremoto, sean inmuebles o sean personas. Por lo visto, el lado obscuro se hace presente en el ser humano a la menor oportunidad de impunidad. La certeza de que nadie sepa quien fue, la seguridad de nos ser castigado, la evidente realidad de no sufrir las consecuencias saca lo peor de nosotros.
¿Y cómo estamos por casa? Los linchamientos -de los cuales Bolivia lleva la punta- son una muestra que la conciencia de no ser luego reclamados en responsabilidad, permite al ser humano ser el animal más malvado de la creación.
Tal vez está aquí la respuesta y explicación al genocidio contra el pueblo judío. La segregación, el apartheid, el robo desde los círculos de poder tendría esta base sociológica y moral: seré perverso en la medida en que no seré castigado.
Chile es una lección de que el ser humano no ha cambiado desde la horda, y que todos los avances de nuestra cultura sólo son burbuja de ilusión, pronta a estallar y mostrarnos que aún seguimos siendo sólo sepulcros blanqueados.

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