viernes, junio 28, 2024

Remando contra la corriente de las igualdades a raja tabla BUSCANDO COMO ELIMINAR LOS DISFRACES DE LA FALSA DEMOCRACIA PLURINACIONAL

 


Por Guillermo Torres López *

Una de las mentiras de la democracia es que los seres humanos son iguales. La palabra igualdad es uno de los conceptos más inciertos pese a su base lógico matemática, sobre todo cuando nos referimos a las personas y sus peculiaridades. De hecho, los textos de consulta llaman tanto a la igualdad como a la desigualdad creencias, es decir convicción personal, o verdad subjetiva.

Todos pareciesen que comparten la idea básica que el ser humano es digno por dicha condición, pero de ahí pretender que somos iguales hay una diferencia cuyo transito es espinoso. Una constatación histórica es que mientras se predica una convicción, los hechos muestran una realidad diferente. Por muy dignos que creamos ser en nuestra humanización, cuando tratamos de migrar tras trabajo a Europa, pasamos de ser dignos humanos a pinches sudacas. Esa metamorfosis es materia de sesudos estudios sociológicos de los profesionales de la conducta y la forma de ser de los humanos. Una de nuestros grupos indígenas más conspicuos es la de los Urus, y dentro de ellos, los Chipayas. Según los payasos de la sociología, una familia chipaya está conformada por el padre, la madre, los hijitos chipayas y el antropólogo, obviamente gringo. Más allá de estas curiosidades graciosas, es evidente que el resto del planeta no nos ve como sus iguales, sino como curiosas piezas del folklore latino, de allí que no hay k·anka que no tome fotos a cholitas y a abarqueros que pululan sobre nuestro territorio. Dentro de las fronteras, nos sabemos desiguales y aunque no negamos nuestra dignidad humanoide, es evidente el afán travesti de nuestros políticos que se disfrazan de maneras variopintas para asegurar que representan culturas diferentes en este estado plurinacional, donde hay una nación minera que usa guadatojos para discutir el contenido de las leyes, unos emponchados carmín, conocidos por sus tribales practicas de canibalismo, junto a la parafernalia de aguayos, acsos, chumpis y tullmas y una generalización de orientales de supuesta ascendencia guaraní que han logrado ser los únicos visibles en las llanuras, olvidándose en su altanería que no son los únicos llaneros o silvícolas. Si sumamos a los vallunos y tomamos conciencia de los olvidados, pandinos y benianos, ya tenemos a todo el arcoíris que conforma Bolivia, evidentemente desigual, diferente, y con muy poco en común.

Sería una gran paso en esto de conducir el conglomerado abigarrado de los bolitas de oro, como nos llaman los rioplatenses, el tomar decisiones sobre lo que se viene y lo que no se viene. Es poco probable que el imperio incaico retorne a la vida diaria y que haya el día de gozo racial de reconstrucción del Tahuantinsuyo. Menos aún que los guaraníes orientales logren al fin hacerse de todo el país. Los olvidados seguirán en esa condición y los vallunos continuarán en ese recorrer el mundo, que permite afirmar que en todas partes hay un cochabambino.

Me viene a la memoria la Revolución de los jóvenes de Turquía, a comienzos del siglo XX, movimiento que concluiría con la presencia de  Kemal Atatürk en la década del 30, solucionando varias cosas similares a los problemas  del plurinacionalismo, políticos disfrazados, musulmanes al acecho y minorías separatistas, es decir lo que viene enfrentando la Bolivia de hoy. Si aceptamos que la igualdad del ser humano, o su desigualdad, son meras creencias subjetivas, es posible que aceptemos medidas prácticas de convivencia tras del desarrollo económico, más aún si el sistema de los creyentes en el Pachacuti se agotó. Este señor que traigo a colación, dejó atrás la monarquía musulmana, la diversidad de naciones, el baldón del narcotráfico, y dio inicio a una secularización de Turquía, legalizando y controlando el cultivo de la adormidera y por lo tanto del opio, entregando a una sola identidad a todos los grupos de su plurinacionalidad, el ser turco y un fuerte presidencialismo, pese a que de origen los Jóvenes Turcos y su revolución, reimplantaron el Congreso o parlamento.

Esta creencia que somos iguales, permite actualmente que cualquiera ocupe cargo público de elección sin saber leer ni escribir, y que un genio del algebra o de la física cuántica no pueda tener trabajo por no saber hablar aymara.

Y ahí vamos, con leyes que hacen personas que no han ido siquiera a la primaria, con reformas maoístas que buscan la educación por el trabajo agrario, presentes en nuestro sistema educacional, con universidades que juegan al auto engaño y que ponen en circulación profesionales que no dan la talla en lo que se supone es su especialidad.

El saber leer y escribir en castellano y por lo menos tener educación secundaria debería ser el mínimo de exigencia para los cargos de elección. La reducción en número o el servicios gratuito en los entes legisladores, una medida muy aconsejable;  la reducción de los empleados públicos por igual, vengan de donde vengan, pueden ser formas reales de entender que el ser humano no es igual, y que la ignorancia es un baldón que debe impedir la participación en la cosa pública. Que antidemocrático que estoy. Hasta a mi me da miedo eso de renunciar a disfraces, plantear que sólo somos bolivianos, y dejar de lado los rencores de los 500 años y cosas similares. A fin de conciliar diferencias, podríamos inmolar a nuestros dioses vernaculares, incluida la pacha mama, los achachilas, y toda religión que requiera de sacrificios, a todos los politicastros que han despeñado el país con sus disfraces incluidos y con ese degüello general arrancar un nuevo amanecer, que creo se dice Jacha Uru. Es cosa de animarse.

*El autor amaneció un poquitín extremista. Qué comerá, de seguro se preguntan.

domingo, octubre 17, 2021

 

EL HUEVO, LA GALLINA Y LA JUSTICIA COMUNITARIA

 

por Guillermo Torres López *

 

El dilema sobre que viene primero, el huevo o la gallina, nos muestra que en el razonar del ser humano se exige y es básico un  orden o sucesión de pensamientos que nos lleven a conclusiones. Las cosas, las normas, los sistemas, son fruto de sus antecedentes. No pueden las consecuencias entenderse sin los elementos que las provocan.

Esta introducción viene a cuento en relación a la justicia comunitaria, que en esta legislatura se ha convertido en un proyecto de ley promovida desde la burocracia estatal. Luego de las disquisiciones que siguen volvemos a la gallinita.

Para nadie es misterio el retroceso del estado boliviano, donde intelectuales que sólo son conocidos en el país, pretenden crear una república que refleje la realidad encontrada por los conquistadores españoles hace 500 años.

Y pese a que el lector boliviano sabe que, con más canela o más blancura, esta tierra es lugar de mestizos, y que indios ya no quedan salvo los selvícolas de la amazonía y que la vuelta de la tortilla a favor de los aborígenes es más discurso que realidad, sesudos antropólogos y oportunistas de siempre quieren hacernos creer que Atahuallpa esta vivito y coleando en las alturas del ex Tahuantinsuyo.

Ninguna importancia tendría estas posiciones, excepto cuando se convierten en verdades y razones de estado. Es allí que la extravagancia sumada a la ignorancia hacen la sopa del envenenamiento y la confusión nacional, circunstancia agravada aún más cuando pretende como fruto una ley.

Mientras la idea de nación es superada en una Europa que hace realidad la integración y junta desde turcos, griegos, germanos, nórdicos y españoles, y que el mundo del siglo XXI se inclina por la integración de mercados y de personas, Bolivia regresa a la época de la conquista y fragmenta el país bajo el ideario de las diversas nacionalidades,  sembrando división y lo que es peor desigualdad jurídica.

“En febrero de 1992 se llevó a cabo la “Primera Asamblea de Naciones Originarias y del Pueblo”, en la que participaron varias direcciones de las organizaciones Originarias e Indígenas a la cabeza de la CSUTCB y la CIDOB, la misma tenía el objetivo de que las Naciones Originarias y el Pueblo cuenten con un instrumento de poder y unidad, que constituya interlocutor válido para el todo el pueblo, que recupere su territorio y sea portador de los contenidos ideológicos de: clase, nación identidad y cultura, para la construcción de un Estado Multinacional, Pluricultural, Plurilingüe, Socialista Comunitario, Democrático con dignidad, participativo, con respeto mutuo entre los pueblos originarios, clase media empobrecida, pueblos mestizos y pueblo negro”. El texto que acaban de leer entrecomillado y que los debe haber dejado sin aliento, es parte de la publicación en Internet denominada “Pueblos Indígenas en Bolivia” [1]

Como pueden constatar esta declaración de variedad no nos da ninguna pista para saber quién es aborigen en esta república llamada Bolivia, y cuantos son los aborígenes y como se llaman, pues como se dice que el país en un pañuelo, creo que no es ninguna utopía inventariar los pretendidos pueblos indígenas y a cada aborigen en particular, con nombre, foto y tamaño de calzado.

Y si ni siquiera sabemos quienes son los aborígenes, ¿sabemos cual es el derecho, consuetudinario o escrito, que manejan? ¿Cuando se habla de justicia comunitaria, qué se quiere decir? ¿No sería mejor, antes de avanzar en estas disparatadas como ilegítimas normas, publicar el manual procedimental de reconocimiento del indígena? ¿Quien es originario o no en este país? ¿Y porqué?

La presunción que la ley es conocida por todos, en que queda respecto del derecho indígena o aborigen. ¿Dónde están los códices quechuas, las normas guaraníes, los compilados aymaras? ¿Se contempla en estas normativas originarias el guisado de Alcalde corrupto, el colgamiento del k’ara libidinoso, el descuartizamiento del cuatrero logrero y camba?

Cuando se define el concepto de cultura, y se señala que ese es uno de los valores que se pretende conservar con esto de la justicia comunitaria, resulta que “ la cultura abarca el conjunto de las producciones materiales (objetos) y no materiales de una sociedad (significados, regularidades normativas, creencias y valores)”[2] (1), lo que obliga a preguntarnos que es primero en esta tarea de entendimiento, es decir el saber cuáles son esas producciones materiales, esas regularidades normativas, antes que reconocerles valor como se pretende en la ley de justicia comunitaria.

Como lo prometido es ley, volvemos a la gallina y su huevo. Qué debe hacerse primero: la Ley que reconoce la justicia comunitaria, o inventariamos a los aborígenes y vemos si somos parte de ellos o no.

¿Quedará alguien fuera de esta lista de originarios? ¿Quedará alguien dentro de esta lista de autóctonos? ¿Los que no apelliden Condori, Mamani, Choquetijlla, serán declarados extranjeros y deberán ir al paredón? ¿Quién va primero, el huevo o la gallina?

Se constata que se pretende legislar una entelequia, una inexistencia. El uso que se haga después de este episodio, de una norma desde el inicio contraria a los principios jurídicos de nuestra civilización judeo-cristiana de seguro dará la razón a quienes ven en la pretendida justicia comunitaria, un sin sentido y una clara violación de la igualdad ante la ley.

 

 

 

 

 

*  El autor es abogado y profesor universitario.



[1]  http://www.amazonia.bo/historia_p.php?id_contenido=1

 

viernes, marzo 02, 2012

LA ACRITUD DE LA INUNDACION EN PANDO

La acritud en nuestra lengua es sinónimo de aspereza, dureza, agresividad, acrimonia, es decir la acritud y por lo tanto lo acre, es lo contrario a lo dulce y armonioso. Salvo que sea usted un perito en esto de la lengua castellana, no podrá negar que estas primeras palabras ya le han dado un barniz de cultura a estas digresiones, lo que puede reflejarse en el lector. Sin embargo, es sólo una manera de introducirlo en ... un río!!! Si señor, se trata de un río de la amazonia boliviana, el Río Acre. Esta vez las mayúsculas son pertinentes, pues se trata de un nombre propio, aunque la verdad fue un nombre más que propio, apropiado a las circunstancia. Este río tuvo la mala ocurrencia de nutrirse de las aguas lluvias de varios países y verterse con fuerza sobre la ciudad de Cobija, inundándola.
Para ser certeros, diríamos que su actitud fue de acritud suma, en evidente referencia a su nombre. Estoy seguro que ya está criticando el que me refiera a un río, como un ser pensante y casi con intencionalidad. En este caso tiene razón, pero si me deja explicarle a que me refiero será indulgente y verá que es mejor echarle la culpa al río de la desgracia, que a las autoridades, que no avisaron a tiempo que el turbión se venía encima de la población de Cobija.
El río Acre nace entre Perú y Brasil, y luego penetra en Bolivia, sirviendo de límite fronterizo. Recorre por Pando unos 180 kilómetros y luego sigue por Brasil, hasta desembocar en el río Purús. Este camino implica según algunos 1200 kilómetros, otros lo reducen a 600, precisión que demuestra el gran interés de los geógrafos y expertos sobre esta parte del planeta.
Ocurre que cuando llueve en demasía en Perú y Brasil, el río crece, se enoja y se convierte en turbión, es decir en amenaza acuática para el resto de los que esperan más abajo.
Cada cosa a su tiempo, decían nuestros mayores, lo que implicaba que las cosas están sujetas a tiempo y espacio y que en el caso de los ríos si se están cargando de agua en su nacimiento, en su decurso harán barbaridades por estar sus aguas crecidas, todo en tiempo y lugar determinados. ¿Cómo debe leerse esta parte? Donde el río crece (y suena) es porque trae piedras y lodo, y éstas van a atropellar a los que está río abajo. ¿Se puede prevenir esta catástrofe? Claro, es cosa de coordinar y saber escuchar el aviso de alarma. Los de arriba les avisan a los que viven río abajo que se viene el turbión; éstos aplican los planes de evacuación que las autoridades prudentes han elaborado, y se van a los refugios ya preparados para épocas de lluvia, y lógicamente, que obedeciendo planes preventivos, son muy pocos los afectados, pues la autoridad ha previsto todo.
Años atrás, en mis épocas de estudiante, me explicaban las diferencias entre el deber ser y el ser. Digamos que lo leído líneas antes, es el deber ser.
El ser es un poco diferente. Si bien los de río arriba les dijeron a los de río abajo que se venía un turbión, es decir una acometida del acre río amazónico, y que la víctima sería la ciudad de Cobija, se esperó las últimas horas para actuar. Respecto de los planes de evacuación para inundaciones, no existen. Sobre las prohibiciones de construir en lugares bajos, como la ciudad no se inundaba en los últimos veinte años -dicen los más viejos, pues no hay registros oficiales- estas medidas no existían.
Evidentemente, ocurrida la desgracia, es recurso fácil recurrir a las colectas, a los refugios y hacer todo acto de solidaridad, que estarían de más si se hubiese previsto la situación.
Las cámaras de televisión, las notas radiales, el flash de las fotos, nos permiten condolernos públicamente con las víctimas, y lograr que se admire a nuestras autoridades, tan solidarias, convertidos en héroes y heroínas, que están firmes junto al pueblo, tan sufrido éste.
El hecho que no se haya prevenido la desgracia, que no existan programas de evacuación, que la ciudad crezca en lugares aledaños al río, a quien le importa. Uno no puede ser ave de mal agüero y estar pronosticando catástrofes. Eso está bien para extranjeros pero no para nosotros que nos llevamos tan bien con las deidades de la tierra y el agua. Finalmente, cuando las aguas del río bajen, las víctimas volverán al riesgo y a la pobreza, y las autoridades tendrán otras ocasiones de espectáculo, para bien de sus seguidores y admiradores. Como alguien dijo, el show debe continuar.
Ahora, si a usted le incomoda la imprevisión, el uso de la desgracia para mostrarse como una autoridad identificada con su pueblo y esas cosillas, pues a llorar al río.

lunes, febrero 06, 2012

La madre tierra y sus huérfanos

No se de usted, pero yo me resisto a tener una madre tierra, y en ese contexto me declaro huérfano absoluto. ¿A qué viene el tema?, le explico: Existe una nueva ley de la educación boliviana, la que declara que la educación en el país es laica, pero lejos de una mínima consecuencia con esta afirmación, cada dos o tres párrafos se refiere a la Madre Tierra como un ente de existencia cierta, siendo que se trata de la idea y deidad de alguna nación de las que conforman Bolivia, que pretende ser impuesta a todos, sin preguntarnos por el derecho a tener otras creencias. Les advierto desde ya que conmigo no van esas historias de echarle trago al piso, cada vez que me tomo una cerveza, ni de quemar cosas los viernes, o andar de cerro en cerro reconociendo a los Tatas y adorándoles, ni levantando altares con el nombre de apachetas, ni cubrir con sangre fresca de llamas y corderos las paredes de las minas, o amarrarles un hilo rojo a los niños para evitar el mal de ojo, o ponerse calzón variopinto y multicolor según el día del año y de la suerte que se pretenda. Si usted le gusta hacerlo, y además es experto en las siete fumadas poderosas, en la unión de parejas y el retorno del ser amado y en el rechazo de hechizos, está en su derecho. Pero lo que usted crea es su problema y nadie puede obligar a los demás a comulgar con algo tan íntimo, cuales son las creencias religiosas.
Nada que ver conmigo ninguna de esas manifestaciones culturales, que en mi criterio me parecen tomaduras de pelo, tal vez justificadas en la colonia, pero ya no en el siglo XXI. Pero, en fin, cada cual tiene el derecho de adorar lo que se le venga en gana, sea su propia sombra o el calcetín de su abuelo. No es el contenido de las religiones, ni las creencias o ritos el motivo de estas digresiones, sino el reclamo ante el hecho que por ley de la república pretendan que reconozca deidades que no comparto, aspecto que no puede estar sujeto a votación. Es violatorio de todo derecho el que obliguen a que la educación de mis hijos y mis nietos (la mía para bien o mal, ya estaría concluida) sea bajo parámetros de una cultura que no comparto, con dioses que no reconozco, y con madres que no son la mía y que fue la que me alumbró.
¿Porqué no Manitú, Ala, Gilgamesh, Odín, o la araña de tarantela, como dioses, madres o padres de los bolivianos? Se ha sometido a votación esto de que dioses debemos adorar? Es evidente que la nueva Ley de la Educación Boliviana, tiene un estigma de inicio, y es la de ser el instrumento de un credo, de una confesión, de una religión, que puede tener toda la legitimidad entre quienes creen en sus preceptos, pero que no puede ser impuesta a los demás.
Peor aún si se pretende que esta ley es una demostración de nuestra diversidad, de la existencia de naciones diferentes, y cosas semejantes. ¿Por qué se le da preminencia a una sola nación y a sus dioses o ídolos?
Es tiempo de descolonizarnos de las ideas pre hechas y de dejar de creer que el país es sólo una serie de naciones indígenas, y entender que existen miles, entre ellos tal vez usted lector, que tiene una idea diferente del mundo, de la nacionalidad, y que tengan o no credos religiosos, no lo están manifestando en la normativa que obliga al resto.
Recuerdo una antigua canción católica que decía : «A Dios queremos en nuestras leyes, en las escuelas y en el hogar», reflejando una aspiración que es antidemocrática y antihumana. No podemos tener la deidad de nadie en nuestras leyes y menos en las escuelas, pues lo primero que se debe respetar es el derecho de cada cual a creer en lo que se le venga en gana.
Cuando para horror de la curia, el país eliminó la fe católica de la constitución política, pese al evidente número de personas de esa creencia, el tema parecía que anunciaba una evolución hacía el concepto de un ser humano dueño de creer en lo que le apeteciera, manifestación de su libre albedrío y su condición de persona.
Pero, esta ley de la educación es una vuelta atrás. Me imagino que en breve remplazaremos nuestros títulos académicos por el Amauta, Amauta cum laude, o Amauta Supremo.
El pretender utilizar las nuevas leyes de la educación para someter a toda la república a una manera de pensar animista y religiosa, es un dislate de marca mayor, representa una manera de segregación y discriminación y evidentemente es un abuso.
Para variar, ante este atropello, nadie dice nada, pese a que somos miles los huérfanos de la Madre Tierra, Pacha mama, o como se quiera llamar a las deidades de religiones con las que nada tenemos que ver.

viernes, enero 27, 2012

EL MUERTO Y LA MARCHA DEL TIPNIS

No, no se trata del desmentido que cuestionó toda la labor de un periódico en ocasión de una marcha indígena. Evidente, nadie se murió por el apaleo de los policías a los marchistas que defendían el TIPNIS. Pese a que éstos luego de la protección policial amanecieron más verdes que pera de navidad, todos aún tienen la oportunidad de morirse de hambre, pero no del apaleo del que fueron objeto. Si usted empezó a leer estas líneas pensando que ahora sí se sabría que hubo un muerto en la marcha, le comento que echó pele. Pero, no se vaya, pues la cosa tomará un rumbo insospechado.
Hace apenas unos pocos días una bala sicaria puso fin a la existencia de un ciudadano pandino. De seguro usted dirá que la inseguridad ciudadana es un tema más recorrido que el Prado de La Paz y ya estará queriendo mudarse de noticia. Calma. La diferencia en este caso, es que la víctima ya lo era de antes: Su hijo había sido muerto sólo unos días atrás en la idílica ciudad selvática de Cobija, también por sicarios.
Dos muertes en pocos días, y parece ser que la causa inmediata es el tema del narcotráfico. Usted de seguro ya está mirando sobre el hombro mientras trata de leer lo que sigue. Si cree que esta es una denuncia del narcotráfico nacional se equivoca. No tema seguir leyendo. Ni la D.E.A. ni el Ministerio de Gobierno se lo llevarán de paseo por esta actividad. No tengo idea si los capos de la actual administración o de las anteriores (eso siempre debe decirse para salvar el pellejo) son los responsables de que estemos a punto de recuperar antiguos laureles en la producción de cocaína, Alguien decía años atrás que nadie obliga a los gringos a andar esnifando lo que sea, o pinchándose, o introduciéndose todo tipo de sustancias exóticas. Lo concreto es que la actividad de narcotráfico, en este caso de la cocaína, se concentra cada vez más en Pando, hasta hace poco lugar casi desconocido, y que quienes viven y moran en Cobija deben convivir con la acechanza diaria de tener que ver a lo menos un fiambre en las calles cada cierto tiempo.
Esta situación no debería ser posible en el país, pero sucede y cada vez con más frecuencia. En el caso presente, los sicarios se dirigieron luego de la ejecución, a uno de los puestos de control de la zona franca, donde permanecieron varios minutos recuperándose de su siniestra tarea. Tampoco se trata de rasgarse las vestiduras y pensar que los funcionarios del control, entre ellos, la policía, son unos inútiles, pues estos no sospechaban que los sujetos eran los autores de una muerte.
El tema de fondo, es que el mal vivir nos va ganando. Y ya estamos acostumbrados a ver la muerte de prójimo sin siquiera pestañar, por el solo hecho de que se trata de «un ajuste de cuentas».
No parece ser esta expresión un lenguaje de seres normales, sino de contadores, lo que no quiere decir que los contadores son de otro mundo. Sino, que, el marbete «ajuste de cuentas» nos permite caminar como si nada, cual disculpa para permitir la muerte de cualquiera a manos de las bandas del narcotráfico.
Esa puerta abierta del «ajuste de cuentas» permitirá que en breve en la amazonia boliviana se liquiden a bala a jueces, fiscales y policías, y de seguro será también ajuste de cuentas y de esa manera iremos perdiendo el país a manos de los mafiosos. Razonamos: “los ajustes de cuentas son entre bandidos, así que si se mueren pena por ellos, pero nada que ver conmigo” Hasta que de pronto, si tendrá que ver.
¿Y que tiene que ver toda esta historia con el TIPNIS y la apertura de nuevas carreteras en la selva? En la medida que falsos colonizadores siembren más coca, en los parques, en la selva o donde sea, mayores serán las consecuencias del narcotráfico. Y esta situación arrasará con las camisetas de todos los colores y de todas las siglas de los partidos políticos. Es tiempo que se actúe, que se entienda que coca si es cocaína, que lo del acullico es una práctica para tener esclavos a los bolivianos, y que no hay pachamama que valga para salvar a este país, si termina en manos de los traficantes. Espero que cuando queramos reaccionar no sea demasiado tarde y todavía exista Bolivia, sea pluri o mono cultural y tenga el nombre que tenga. El no hacer nada es criminal

miércoles, enero 11, 2012

Verde que te quiero verde

Siempre hemos asociado el sueño con el descanso. Pero hay sueños que para muchos son pesadillas. Uno de estos casos son los expedientes verdes del Tribunal Constitucional. Condenados por los avatares de la política nacional a un descanso forzado, mantienen despiertos a funcionarios gubernamentales, políticos de oposición, presos, particulares y mucha gente más. Son más de quinientos y dormían el sueño de los justos. Para diferenciarlos de los demás, les pusieron una cartulina de color verde por carátula.
Ocurre que el control de la constitucionalidad fue la causa de la Creación del Tribunal Constitucional, y como se dice en criollo, empezó con volapié, es decir, con una alta calidad jurídica y un gran apego a la defensa del derecho de las personas.
Me comentaba una de las profesionales que estuvo desde el nacimiento de este ente de control, que la cosa no fue simple. Llegaron sin saber mucho, o sabiendo nada de lo que debían hacer, y de a poco fueron formando un manera de operar y una doctrina constitucional.
Si usted, lector, está ya por dejar de leer esta nota y se va a ir a deportes, haga un esfuerzo, pues se trata de cosas le importan, salvo que sea de los pocos que sueñan con la dictadura del proletariado y un país amurallado para no perder su supuesta virginidad.
La palabra virginidad ya atrajo su atención, lo que es bueno. Pero no, se trata que los expedientes verdes contengan material procaz o divertido. Al tratarse de discusiones sobre constitucionalidad, se trata de las peleas de si una ley contraria a los bolivianos, puede existir porque el gobierno quiere, o si hay quien se anime a ponerle el cascabel al gato, y le pare el coche a los abusivos de siempre.
Se que para muchos, los abusivos actuales pueden vestir de azul, pero a fe de verdad, todo aquel que por algún artilugio llega a Palacio, se cree más omnipotente que el Creador y en su sesera discurre que todo aquel que se le oponga comete traición a la patria. Para tener esta convicción no es necesario más que llegar al gobierno, por la vía que sea y con la sigla que le haya servido- Es parte del ser humano caer en la deificación.
Esta historia, que afirma que el que gobierna se envicia en esos círculos áulicos que le tañen campanas, le reciben con fanfarrias y le ponen flores y le dicen jefe, es tan antigua como nuestro país. En el resto del mundo tratan de paliarla los opositores y de ahí ha surgido constituciones, derechos humanos y demás parafernalia que alabamos en democracia. Pero, el que manda, el gobernante, jamás le hace gracia que le limiten su poder.
Revolución, reforma, hombre nuevo, interés nacional, interés de estado, pervivencia del país, mayoría absoluta, y un largo etc. son los justificantes más en boga aquí y en la quebrada del ají para creerse el reycito. ¡Ay de aquel que pretenda pararse contra el poder¡, cualquiera sea el color que este sea.
Para contrarrestar ese poder, está el tribunal Constitucional el que debe decirle -esto puedes y esto no puedes-, con toda la fuerza que la ley tiene. Esta tarea se hace propia de un sueño, cuando es el mismo gobernante el que ubica a sus amiguitos y amiguitas en los cargos de control constitucional. Actualmente se discute si eso pasó o no pasó, pero no es motivo de estas disquisiciones.
Lo concreto es que los aproximadamente medio millar de expedientes verdes esperan ser resueltos y que en todo estos años, han sido dejados ahí, en medio de telarañas, a fin de no enojar a los omnipotentes. Es evidente que los antiguos Tribunos a dedo dijieron: “Juez que no resuelve nada, en nada se equivoca”.
Que determinada ley, decreto, resolución ministerial sea abusiva, anti democrática, violadora de derechos humanos, ilegal y urticariante, se engloba en una sola palabra: Esas normas son inconstitucionales. Que fulano está preso sin motivo. Que estas decisiones son ilegales, son situaciones que debieron ser resueltos de inmediato. Temas como esos se esconden tras los verdes de la desesperanza, donde el hecho de no haberlos resuelto en su momento, ya supone una injusticia.
No tan antiguamente, siempre era el dedazo el que llevaba a los abogados a los cargos de Tribunos, ahora llamadas Magistraturas. Era evidente que la suerte de los verdes se decidiría en base de las instrucciones del Gobierno. Ahora podría ser diferente. Le ruego por favor que no se ría. Por ahí, los magistrados del Tribunal Constitucional tienen los pantalones bien amarrados, o las faldas si usted quiere, y se animan a fallar contra el poder establecido.
En la puerta de la ex Corte Suprema, el día de la posesión de las nuevas autoridades, la barra metía flores, serpentinas y mixtura de papel picado a los ganadores, sin importar de donde provenían y sacaban para cada cual letreros de apoyo. Una dama, que me hacía recordar los antiguos cuadros de las barzolas del movimiento, gritaban a voz en cuello «y no traten de pararse, que el MAS los ha elegido”.
Que efecto tendría en los ánimos de los posesionados este recordatorio de la conciencia popular, lo ignoro. Pero los verdes claman por ser resueltos de verdad. El último grupo de Tribunos, puestos por el dedo del gobierno, evitó hacerlo, con mil razones, y cuando tenían que resolver, preferían usar la comisión de admisión para sacarle tarjeta roja al tema y no decidir el fondo, en vergonzoso truco leguleyesco, haciéndonos recuerdo que la justicia inoportuna es abuso y no es justicia.
Los verdes deben estar despertando y muchos jerarcas actuales habrán perdido el sueño. A los demás, a usted a y a mi, sólo nos queda esperar y mirar de palco como funciona la nueva justicia boliviana.

viernes, diciembre 30, 2011

Ha muerto el poder judicial ¡Viva el nuevo Órgano!

Una incógnita con mayúscula entraña la posesión de los nuevos magistrados y administradores de la justicia nacional. Tienen en su haber el ser electos por voto directo, y por lo tanto no deberían estar comprometidos ni con mayorías políticas ocasionales ni con planes hegemónicos de otros operadores del estado. Si deben el favor de haber figurado en las listas de elecciones a las actuales mayorías políticas, no es menos cierto que ese tutelaje termina cuando sean posesionados. Para entender lo que viene en este 2012 miremos hacia atrás, pues es pertinente revisar lo que fue el Poder Judicial, fenecido desde este 31 de diciembre de 2011, y ver si existen los elementos de un cambio en favor del país.
Bolivia, a diferencia de otras naciones sudamericanas, tiene como antecedente a su origen republicano la actividad de la Audiencia de Charcas, lo que le dota de una tradición legal, legalista y a la vez leguleyesca que no es compartida por los demás países latinoamericanos.
Es innegable la influencia de los doctores de Charcas o La Plata en la creación de la nación boliviana, con todos sus aspectos positivos como negativos. Entre éstos últimos, está en hacer creer al resto de la población que el hombre es producto de las leyes.
De allí que las reformas nacionales, sobre cualquier punto, descansen en las normatividad. Si soy revolucionario, derogaré el cuerpo de leyes anterior y haré otro, de donde nacerá el hombre nuevo. Este esquema se viene repitiendo desde la fundación de la república. Se trata de un grave error de percepción, que nace de la veneración por la palabra escrita que tiene el boliviano y que hace de él un cultor no del derecho ni de la justicia, sino del texto, de la norma escrita y muchas veces de la manera de burlar esa norma.
La respuesta que la sabiduría popular dio a estos afanes, fue más pronta que la doctoral, y se traduce en la afirmación que hecha la ley, hecha la trampa.
Y de esa manera se han visto las reformas legales a lo largo de la historia del país, incluyendo esta ultima refundación del país, como esfuerzos loables, pero muchas veces ingenuos. Hay algunas verdades de Perogrullo, que los revolucionarios, transformadores y políticos en general olvidan, pues preteren al hombre en beneficio de la ley. Veamos algunas: Sea la ley que sea, el juez mal pagado inclinará la balanza en favor del que le alivie la penuria económica. Si bien el país es pobre, y grandes sectores de población lo son, no es menos cierto que existen sectores de clase media y clase media alta con ingresos expectables. El resto de latinoamericana, al menos nuestros vecinos, conocedores de esta verdad, pagan a sus juzgadores salarios altos. Si a un buen sueldo se une permanencia garantizada más allá de los vientos políticos, tan variables en nuestro país, el ser juez será una aspiración de muchos y entre ellos habrá buenos profesionales. Hoy el fenómeno es todo lo contrario.
El país no se puede darse el lujo de jueces mal pagados, pues la corrupción campeará ante esta situación, sin importar el texto de la ley o la pena que se anuncie en castigo.
El tiempo de un administrador de justicia no es infinito, pero los litigios suman y entierran a los juzgadores en una mar de papel que hace imposible la celeridad de la justicia. La solución, no es el cambio de la legislación procedimental. El problema es simple, a mayor carga laboral, la sociedad debe responder con más jueces y mayor capacitación.
Se critica que la justicia no es gratuita y que debería serlo, a ultranza. Otro error de desconocimiento del ser humano. Los sectores populares-mestizos de la ciudad, son de profundo carácter litigante casi pleitómanos, y ese defecto se traduce en cientos de causas penales por agresiones y delitos similares, que no deberían jamás llegar a tribunales ordinarios, debiendo ser concluidos en esferas policiales.
El hecho de tener que pagar por el servicio legal, sobre todo en materia civil, comercial, tributaria y minera, impide que los procesos se multipliquen como conejos. Diferente es que el estado tome medidas en materia penal, social y familiar para resolver causas atingentes a estos campos, los que perfectamente pueden estar en sus etapas previas fuera del ámbito jurisdiccional ordinario.
Dando por sentado, que si el ser humano no cambia, las leyes, de la manera en que estuviesen redactadas, tampoco lo cambiarán, vemos que invertir en reformas de los procedimientos es desde ya una mala inversión, la que se torna en pésima cuando se encarga estos cambios a quienes no tienen idea del modo de ser del boliviano y de los tribunales.
Un ejemplo del fracaso es la reforma penal, que no resolvió nada para lo que fue pensada. Otro ejemplo del error, es la pretendida reforma actual en los procesos civiles comerciales, ya declarada en la ley del órgano judicial. Mientras el resto del mundo reemplaza el expediente de papel por uno electrónico a prueba de robos y triquiñuelas, algunos políticos bolivianos tienen la loca idea de obligar a los litigantes y a los abogados a procesos civiles y comerciales orales. Mientras en todo el mundo se despersonaliza la relación abogado/Juez, en Bolivia se quiere que los litigantes ante de poder recurrir a la justicia, vayan donde un conciliador, creando nuevas condiciones para la demora en los procesos. Se cree ingenuamente que se cambiará la mentalidad de los habitantes de este territorio cambiando el nombre de los juzgados.
La idea de cambio no tiene porqué se buena en si misma. Primero se debe conocer como funcionan las cosas, ver porqué no funcionan como se quiere y ahí modificar lo que esté mal. Pretender borrones y cuentas nuevas una y otra vez es un grave error, que terminará en fracaso.
Ante estas nuevas autoridades, es pertinente hacer estas reflexiones y parar en el camino al despeñadero, por mucho que sea consejo de algún asesor, que de seguro jamás en su vida ha litigado en Bolivia. No hacerlo es de suma peligrosidad para todos, no solo para el actual gobierno.